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Foto del escritorIshwari - Ivonne

Viajar a India en tiempos de post-Covid

Actualizado: 1 abr 2022



Es febrero de 2022. La expansión del Covid-19 está mucho más controlada que hace 2 años (cuando inició la pandemia), muchas personas ya están vacunadas y hemos retornado a las actividades cotidianas con las medidas de prevención respectivas. Entre ellas, los viajes internacionales en avión.


Primero, la visa. Para ese momento, las embajadas de India estaban otorgando visas de turista gratuitas por un máximo de 30 días, con una sola entrada y sin posibilidad de renovación. Los 30 días otorgados fueron suficientes para hacer el curso avanzado de yoga que motivó este viaje (ATTC - Advanced Teacher Training Course). Los documentos se llenan en línea, se imprimen y se llevan a la Embajada, cuyos funcionarios revisan inmediatamente que estén completos y, en ese caso, dan una respuesta muy rápida, en un par de de días.


Con respecto a los vuelos, aún hay incertidumbre y las regulaciones cambian permanentemente dependiendo de los picos y valles de contagios en cada país. Iba a Trivandum, en el estado de Kerala, sur de India. Viajaba Bogotá - New York - Dubai - Thiruvananthapuram (Trivandrum) y necesitaba una prueba negativa de Covid para salir de Colombia y llegar a Estados Unidos, otra de máximo 72 horas de tomada para entrar a India y una de las mismas características para ingresar al Ashram de Sivananda en Neyyar Dam, mi destino final y lugar de residencia por los siguientes 30 días para realizar el curso.


Considerando que el viaje me iba a tomar unas 43 horas, decidí hacerme las pruebas de antígenos y PCR el día anterior a mi viaje para asegurar las vigencias requeridas. El resultado negativo de la prueba de antígenos fue suficiente para viajar a New York, y allí requerían la PCR y un formato online llamado Air Suvidha para entrar a India. Tenía algo más de 4 horas de conexión antes del siguiente vuelo, tiempo que parecía suficiente para recibir los resultados de la PCR en mi correo electrónico y diligenciar el formato. Aun cuando una hora antes del vuelo no había recibido los resultados de la prueba, ya había descargado una aplicación para reducir el tamaño de las imágenes requeridas en el formato: foto, pasaporte, carnet de vacunación. Solo me faltaba realizar el mismo procedimiento con los resultados de la prueba. Lección aprendida: diligenciar el formato Air Suvidha en casa, antes de iniciar el viaje (funciona únicamente desde el computador, técnicamente no puede llenarse desde el teléfono móvil) e imprimir las 2 copias requeridas (Emirates cobra 4 dólares por cada impresión).


Después de varios correos y llamadas al laboratorio para que me enviaran los resultados de la prueba, esta finalmente llegó a mi correo electrónico unos minutos antes de que finalizara el tiempo para registrarme en el vuelo. Lo que menos esperaba ocurrió, ¡el resultado era positivo! Sabía que no tenía Covid, pero con una prueba positiva no podía viajar a India ni regresar inmediatamente a Colombia... Después de la sorpresa y de preguntarme qué iba a hacer sin encontrar una respuesta a la mano, decidí respirar profundamente y aceptar la situación sabiendo que finalmente todo pasa para el mayor beneficio mío y de quienes me rodean.


Decidí hacerme una nueva prueba en el aeropuerto JFK de New York, en el único lugar disponible para ello, a un costo de US$250. El resultado fue entregado en 45 minutos, ¡negativo!, así que reinicié las gestiones del viaje. Las personas de la aerolínea fueron muy diligentes en ayudarme a pasar las revisiones de seguridad con prioridad, no obstante, perdí el vuelo porque no alcancé a llenar e imprimir el formato Air Suvidha.


Fui reagendada al siguiente vuelo, 12 horas después, y dado que el tiempo de espera en Dubai era de 14 horas para tomar el avión a India, los tiempos coincidieron para que la última parte del viaje se diera como estaba planeada.


Así que llegué a Trivandrum y, después de las revisiones exhaustivas de todos los documentos en el aeropuerto, tomé un taxi por 1.300 rupias indias para ir al Ashram, a una hora de camino por una carretera pequeña, en medio de una zona rural. Era la madrugada, casi 5 a.m., comenzaba la actividad de las personas fuera de sus casas y se escuchaban cantos con sonido amplificado en varios templos.


Finalmente llegué al Ashram, antes del amanecer, muy emocionada de estar presente en este lugar fundado por Swami Vishnudevananda en el año de mi nacimiento (1978) y en el cual pasó muchos de sus días enseñando y practicando. Es una hermosa locación en medio del bosque tropical, frente a un lago precioso y con una energía de paz que me sobrecogió después de la caótica experiencia del viaje.


En otro blog relataré los detalles de mi estadía en el Ashram para no hacer más larga de lo que ya es esta historia :) .


Inicié el viaje de regreso en el día 30 de vigencia de la visa. El vuelo de Trivandrum a Dubai era a las 4:30 a.m., así que salí del Ashram a la media noche, después de la graduación del curso y la despedida de los compañeros y compañeras que fueron mi familia durante ese mes.


Me había hecho la prueba de Covid reglamentaria el viernes en la tarde por valor de 400 rupias indias, para asegurarme de tener los resultados el sábado y mantener su vigencia de 72 horas con respecto al inicio del viaje. No obstante, al momento de hacer el registro en el aeropuerto, me dieron la noticia de que los Estados Unidos requería una prueba de máximo 24 horas de tomada para poder abordar el avión. La única solución era volver a tomarme la prueba en un hospital cercano al aeropuerto (¿otra vez?)...


Así que salí del aeropuerto con mis maletas para buscar un taxi. Después de caminar unos minutos y preguntar a un par de transeúntes, encontré la cabina de taxis, en la cual me facturaron 400 rupias indias para ir al Ananthapuri Hospital. Finalmente fueron US$4 dólares que afortunadamente tenía, porque ya había gastado todas las rupias... Efectivamente, el hospital estaba ubicado muy cerca, a menos de 1 kilómetro del aeropuerto.


Allí me atendieron muy diligentemente, tuve la posibilidad de pagar la prueba de antígenos con tarjeta de crédito (aún no puedo creer que haya costado solo US$2) y me entregaron el resultado en 10 minutos (¡negativo!). Afuera del hospital no había taxis (ya eran como las 2 a.m.), pero siguieron apareciendo personas que me prestaron su ayuda valiosísima en esos momentos en los que nada dependía de mí y con quienes estoy inmensamente agradecida.


El vigilante del hospital salió a buscar un taxi entre las personas que estaban afuera, alrededor de la cuadra, encontró a un señor dormido dentro de un vehículo y le pidió que me llevara. Este señor me transportó y me dijo que no era necesario que le diera dinero, ¡gracias! (considerando mi carencia de rupias).

A mi llegada al aeropuerto, quedando poco tiempo para ingresar a la sala de espera y sabiendo que necesitaba llenar un nuevo formato online para salir del país, le pregunté a la persona de la aerolínea que ayuda en la fila del counter cómo podía acceder a Internet, dado que no hay WiFi en el aeropuerto y no tenía acceso por medio de mi celular. Él, muy amablemente, me compartió los datos de su teléfono móvil y me ayudó a diligenciar la forma (que era realmente muy corta y sencilla), de manera que cuando llegué a registrarme ya todo estaba en norma. ¡Gracias de nuevo!


Logré tomar el vuelo a Dubai y luego, allí, el vuelo a New York. Este último trayecto despegó una hora tarde, así que perdí la conexión con el último vuelo a Bogotá por el tiempo requerido para reclamar el equipaje (en EEUU siempre hay que hacerlo), cambiar de terminal y hacer el registro en la siguiente aerolínea para entregar las maletas y obtener el pasabordo.


Después de unas 4 horas haciendo filas para solicitar el reagendamiento del vuelo, Emirates, la aerolínea del trayecto que salió tarde de Dubai hizo la gestión para reagendarme al vuelo del siguiente día y darme vouchers de hotel y alimentación para esa noche. No tenía la ropa adecuada para salir a la calle en New York después de las 10 p.m. (en donde estaba finalizando el invierno), a esperar el shuttle hacia el hotel. Después de unos 20 minutos de espera, congelándome poco a poco, el conductor del vehículo de otro hotel, que no encontró a nadie que fuera para allá, se ofreció a transportar otros pasajeros a donde lo necesitáramos. ¡Mil gracias nuevamente al Universo por poner ángeles salvadores en mi camino!


Fue muy positivo tener la oportunidad de descansar apropiadamente, después de unas 30 horas de viaje y de no haber dormido el día anterior. Incluso hice algo de yoga en la pequeña habitación del hotel para estirar y reducir la inflamación de los tobillos que normalmente me generan estos viajes largos. Incluso se me ocurrió crear una siguiente clase para mi canal de YouTube: "Yoga para después de viajes largos"... :P


Si llegaste hasta aquí, ¡gracias por leer! Espero esta historia te haya sido útil si tienes planes de viajar a India en estos tiempos de Covid o post-Covid, aprendiendo de las lecciones que se me presentaron sobre la marcha. Y si no vas a viajar, espero que te hayas divertido un rato leyendo sobre mis aventuras y la oportunidad que me dieron de ejercitar mi paciencia, aceptación y confianza en que el Universo siempre tiene todo arreglado, así yo no sepa cómo ni entienda por qué.

 

Te invito a ver en mi canal de YouTube el en vivo en el cual relaté esta historia, además de la experiencia en el Ashram.


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1 comentário


cardozo.andrea
28 de mar. de 2022

Wow! Ivonne!! Yo me habría puesto a llorar, son increíbles todos los acontecimientos uno tras otro, pero más los ángeles que aparecieron todo el tiempo 😱.


Que nivel de paciencia y adaptación. Te leí casi como una novela. Que bueno que estés de vuelta con muchas experiencias y conocimientos nuevos.


Un abrazo,

Andrea Cardozo

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